Los comerciantes minoristas de la ciudad de Nueva York se enfrentan diariamente a la amenaza constante de robos, ataques físicos y verbales, normalizando la lucha contra los criminales. Sin embargo, no solo los pequeños negocios son afectados; los empleados de las grandes tiendas por departamento también enfrentan un aumento de robos, con la particularidad de que estos suelen ser ejecutados por estructuras de crimen organizado más sofisticadas.
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